sábado, 7 de enero de 2012

Se empeñó en disparar con la pistola de otro y nunca más dio en el blanco.

Nunca es demasiado para nada, y mucho menos para esto. Llevabas allí toda una vida, en realidad te daba miedo cambiar, pero lo necesitabas más que cualquier cosa en el mundo. Tenías todo y no tenías nada. Odiabas vivir con esa sensación de que no disfrutabas al máximo de tu vida, mientras los demás siempre tenían algo que contar. Malgastabas tus tardes buscando canciones que te definieran y después salías a matar. Sabías que te quedaba poco tiempo, y que ya jamás ibas a volver allí. Ninguna de las personas que te rodeaban sabían nada de ti, o al menos eso era lo que creías. En realidad eras la persona más previsible que ellos habían conocido, pero sabían disimular bien. Solo les hablabas de música, de los 80 y de aquella maravillosa "edad de oro" a la que siempre habías mirado con envidia. Solo de ella tenías celos. Nunca hablabas de ti, nunca decías lo que sentías y eso te alejaba de las personas. A lo mejor no era el sitio, a lo mejor eras tu, pero eso nunca nadie lo supo. Te gustaba caminar por la calle sin que nadie te conociese, así podías inventar una historia a cada paso. Detestabas los finales y temías los principios, aunque tampoco soportabas la rutina. Nunca nadie te comprendió, ni siquiera tu te comprendías. Demasiados cambios de humor a lo largo de un mismo día. Demasiadas canciones te hacían llorar.


                                                         -Like a Rolling Stone. 

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